Para reanudar el blog (y mil gracias por la paciencia) daba muchas vueltas sobre cuál de los temas debería elegir, ya que hay tantos. Al revisar el (creciente) listado que guardo, al principio no sabía con cuál ponerme hasta que de repente llegué a éste, las pipas.
Recuerdo como hace muchos, muchos veranos, pasé mi primer verano en mi pueblo adoptivo de Hoyo de Manzanares en la Sierra de Madrid, y vivía como una auténtica princesa con todo el tiempo libre que uno querría tener y no tener ni una sola responsabilidad (aunque me parece que la Princesa de Asturias me diría que la vida de princesa no es así… pero ya me entendéis) salvo disfrutar de las vacaciones o quizás tratar de aprender algo de castellano (ahhh, ¡qué recuerdos más divertidos!) y mis amigas que vivían o veraneaban en el pueblo tenían su rutina diaria del verano: leventarse a las mil después de salir hasta las mil, bajar un rato a la piscina a darse un baño antes de comer, comer, tumbarse en el sofá a descansar un rato y seguir a Miguel Induráin en el Tour de Francia, volver a bajar a la piscina otro rato, y luego por la tarde o bien ir a tomar un café o reunirse en la calle, algunas apoyadas en sus Vespinos, y tomar pipas. Pincha para seguir leyendo